Grotte de Lascaux - Período Paleolítico - Dordogne, Francia

jueves, 23 de agosto de 2007

"La Historia de las Cosas" de George Kubler[1]

Supongamos que la idea de arte puede ampliarse hasta abarcar toda la gama de cosas hechas por el hombre, incluyendo todas las herramientas y la escritura, agrgándolas a las cosas sin utilidad, bellas y poéticas del mundo. Con esta perspectiva el universo de cosas producidas por el hombre coincidiría con la historia del arte. Entonces se hace perentorio idear mejores medios para considerar todo lo que ha hecho el hombre. Esto lo podemos lograr más rápidamente si procedemos más por el arte que por el uso, ya que si partimos sólo del uso pasaríamos por alto las cosas sin utilidad; pero si tomamos como punto de partida la desabilidad, entonces veremos adecuadamente los objetos útiles como cosas que apreciamos más o menos.

En efecto, las únicas nuestras historias que están continuamente ante nuestros sentidos son las cosas deseables hechas por el hombre. Por supuesto, es una redundancia decir que las cosas hechas por el hombre son deseables, porque la inercia natural del hombre sólo se supera con el deseo, y nada se hace a menos que sea deseable.

Tales cosas muestran el paso del tiempo con mayor fidelidad de la que conocemos, y llenan el tiempo con formas de variedad limitada. Al igual que los crustáceos, dependemos para poder sobrevivir de nuestro caparazón exterior; un caparazón de ciudades y casas llenas de cosas que pertenecen a partes definibles del pasado. Nuestros medios de describir nuestro pasado visible todavía son imprecisos. El estudio sistemático de las cosas tiene menos de quinientos años de antigüedad, habiéndose iniciado con la descripción de las obras de arte en las biografías de los artistas del Renacimiento italiano. El método se extendió a la descripción de toda clase de cosas sólo después de 1750. Actualmente la arqueología y la etnología tratan de la cultural material en general. La historia del arte trata de los productos de la industria humana manos útiles y más expresivos. La familia de cosas comienza a parecer una familia más pequeña de lo que la gente supuso alguna vez.

Las coasa más antiguas hechas por el hombre que se conservan son herramientas de piedra. Una serie continua se extiende desde éstas hasta las cosas de hoy. La serie se ha bifurcado muchas veces, y corrientemente ha ido hacia callejones sin salida. Naturalmente, secuencias completas cesaron cuando se extingueron familias de artesanos o cuando desaparecieron civilizaciones, pero la corriente de cosas nunca se interrumpió. Todo lo que se hace actualmente es o una réplica o una variante de algo hecho hace algún timepo, y así sucesivamente sin interupción hasta el amanecer del tiempo humano. Esta contnua conexión temporal debe contener divisiones más pequeñas.

El historiador siempre tiene el privilegio de decidir como la continuidad se corta mejor en ciertas extensiones que en otras. Nunca se le requiere que defienda sus divisiones, porque la historia corta con facilidad en cualquier lugar, una buena narración puede empezar en el momento justo que el narradador escoja.

Para otros que intentan ir más allá de la narración, el problema es encontar divisiones clases de acontecimientos[2]. Muchos han creído que hacer el inventario llevará a ese mayor entendimiento. Los arquólogos y los antropológos clasifican las cosas por sus usos, habiendo distinguido primero la cultura material y la mental, o cosas e ideas. Los historiadores del arte, que distinguen los productos útiles de los estéticos, clasifican estos últimospor escuelas y por estilos.

Escuelas y estilos son el resultado de los extensos inventarios de los historiadores del siglo XIX. Este inventariar, sin embargo, no puede prolongarse indefinidamente. En teoría, termina con listas y catálogos irreprochables e irrefutables.

En la práctica, ciertas palabras, cuando se abusa de ellas, sufren en su significado, como en el caso de cáncer o inflación. estilo es una de ellas. Los innumerables matices de significado parecen llenar toda la experiencia. En un extremo está el significado definido por Henri Focillon de estilo como ligne de hauteurs, la inmensa escala compuesta por los grnades monumentos de todos los tiempos, piedra de toque y norma del valor artístico. En el otro extremo está la jungla comercial de la publicidad, en que la gasolina y el papel higiénico tienen “estilo”, y otra área en las que las modas anuales de ropa se presentan como “estilos”. Entre estos extremos se halla el terreno familiar de los estilos “históricos”: culturas, naciones, dinastías, reinados, regiones, períodos, oficios, personas y objetos, todos ellos tiene estilos. este nominar sin sistema en base a principios binomiales (estilo minoico medio, estilo Francisco l) produce una ilusión de orden clasificado.

Empero, toda la conformación es inestable: la palabra clave tiene significados diferentes, aun en nuestro limitado contexto binominal, en que a veces significa el denominador común entre un grupo de objetos, y en otras, la huella individual de un gobernante o artista. En el primero de los sentidos no está limitado cronológicamente: el denominador común puede darse en lugares y tiempos ampliamente separados, lo que lleva a hablar de “gótico manierista” y “barroco helenístico”. En el segundo sentido, el estilo está limitado en tiempo, pero no en contenido. Como la vida de un artista corrientemente comprende muchos “estilos” , el individuo y el “estilo” no son de manera alguna coextensivos. El “estilo Luis XVI” incluye las décadas anteriores a 1789, pero el término no logra precisar la variedad y las transformaciones de la prñactica artística ocurridas durante el reinado del monarca.

Lo mucho escrito sobre el arte se basa en la confusa red de la noción de estilo; sus ambigüedades e inconsistencia reflejan la tonalidad de la actividad estética. El estilo describe mejor una figura específica en el espacio que un tipo de existencia en el tiempo[3].



[1] Extractado de KUBLER,G. La configuración del tiempo, Comunicación, Madrid, 1975. Traducción de Jorge Luján Muñoz de la edición en inglés de 1962, The Shape of Time, Yale University Press. Págs. 9-41.

[2] Mi primer interés en los problemas aquí expuestos lo debo a las obras y a la persona del desaparecido Alfred Kroeber. Nuestra correspondencia comenzó en 1938, poco desués de que leí su notable estudio (en colaboración con A.H. Gayton) sobre cerámica Nazca de la costa sur del Perú, “The Uhle Pottery Collections from Nasca”, University of California Publications in American Archaology and Ethnology, 24 (1927). Se trata de un análisis estadístico basado en la suposición que piezas sin fehcar, pertenecientes a la misma forma-clase pueden ordenarse en correctos orden cronológico a través de correlaciones de forma-diseño, de acuerdo con el postulado que en una forma-clase las formulaciones simples se reemplazan por otras complejas. Véase también A.L. Kroeber, “Toward Definition of the Nazca Style”, ibid., 43 (1956), y mi reseña en American Antiquity,22 (1957), 319-20. La psterior obra de Kroeber, Configurations of the Culture Growth (Berkeley: The University of California Press, 1944), exploró los patrones históricos más generales, especialmente los agrupamientos súbitos de realizaciones que marcan la historia de todas la civilizaciones. Estos temas se mantienen como principal interés en su libro de conferencias titulado Style and Civilizations (Ithaca: Cornell University Press, 1957). (Esta obra ha sido editada en español con el título “El estilo y las culturas”, como primera parte -pp.11-171- del libro El estilo y la evolución de la cultura , Madrid, Ediciones Guadarrama, 1969, que también incluye la obra “Esquemas de las civilizaciones”, A Roster of Civilizations abd Culture, (Nota del traductor).

En una excelente reseña, George E. Hutchinson, biólogo, comparó Configurations, de Kroeber a expresiones matemáticas como las usadas en los estudios de población. La reseña se reproduce en The ItinerantIvory Tower (New Haven: Tha Yale University Press. 1953), pp. 74-77, de la cual cito: “El gran hombre puede hecer mucho en aquel período, en que dN/dt es máximo (N es el grado de saturación de patrones). Sus precursores han provisto la inspiración técnica inicial; mucho queda por hacer. Si hubiera nacido para la tradición posterior, con la misma habilidad natural, habría sido menos notable, ya que habría menos que realizar. Antes, la labor habría sido más dura; probablemente sólo un grupo de críticos muy educados lo hubiera apreciado, pero nunca habría obtenido la misma apreciación popular que si hubiera trabajado en el momento de máximo crecimiento de la tradición. El ascenso y descenso que vemos retrospectivamente puede considerarse como el movimiento hacia y desde una máxima en una curva derivada. La curva integrada que da el monto total de material producido parece depender poco de las realizaciones individuales, ya que es aditiva y, por lo tanto, menos facilmente apreciada. Es menos probable que pensemos de 1616 como la fecha en que la mayor parte del drama isabelino ya se había escrito, que como en la fehca de la muerte de Shakespeare.”

[3] Meyer Shapiro, “Style”, Anthropology Today (Chicago: The University of Chicago Press, 1953), pp. 287-312; reseña las principales teorías actuales sobre el estilo y concluye desalentadoramente que “Aún está por crearse una teoría sobre el eestilo adecuado a los problemas psicológicos e históricos.” hay versión en español SHAPIRO, Meyer El Estilo, en Documentos, Publicaciones del Instituto de Teoría e Historia de la Arquitectura, Facultad de Arquitectura, Universidad de Chile, 1962. Traducción de Hilda Fuentes, nota preliminar de José Ricardo Morales.

No hay comentarios: